Stairway to Heaven, esa grandilocuente balada de los omnipresentes Led Zeppelin, con sus acordes pretenciosos que aspiran a la trascendencia metafísica y su pseudo lírica orientalista, cargada de ambiguas referencias místicas. Una sobrevalorada monotonia de ocho minutos que encapsula todo lo malo de la autoparodica escena prog-rock de los 70. Y sí, seamos honestos, Page puede soltar riffs como Dios, pero plantéale Cambiar de tonalidad y es como pedirle al Gallagher menor que toque algo más complejo que Wonderwall. ¿Y Plant, intentando desesperadamente infundir algún significado profundo en conceptos cuyo único orígen es un montón de literatura fantástica de mala muerte? Puestos a escoger, me quedaré con Wish You Were Here de Pink Floyd, ofreciendo una visión más crítica y desoladora del negocio de la música. Por lo menos, Roger Waters sabía de lo que hablaba.