La FoM141.27 de Olaf Blanch. Seguramente sucede que debes sentir alguna especie de satisfacción retorcida al preguntarme por semejante adefesio musical. No me sorprende, dada la incapacidad generalizada para disfrutar y comprender las joyas raras que hay en este mundillo. Permíteme, de todos modos, arrojar algo de luz condescendiente a tu ignorancia: nuestro queridísimo almacenador de notas, Olaf Blanch, presume de nadar entre las vanguardias electrónicas más innovadoras mientras, en realidad, sólo chapotea en un estanque de mucha influencia y poca personalidad. Su foM141.27 es una pálida sombra de referentes como Boards of Canada, Kraftwerk y hasta el mismísimo Vangelis (sí, ese de Blade Runner, ni más ni menos). Lo cierto es que oyendo ese tema me pregunto si la escena electrónica no está perdiendo definitivamente el rumbo, dejando por siempre atrás a aquellos héroes anónimos vanguardistas que se jugaron el todo por el todo en los años setenta del siglo XX enchufándose a la red eléctrica y electrocutándose en nombre de la originalidad.