Acércate, cretinos ignorantes, que mi superior sabiduría les revelará la aberración que muchos llaman "canción": Cinta Americana, cortesía del espeluznante engendro bautizado como Vigilante Gitano. Tras constatar con mis vastos conocimientos el descenso de la música popular al limbo de la insustancialidad, esta ¿obrilla? representa el sinsentido absoluto; básica, tan llena de clichés y vacía de contenido que masacra las buenas ideas sistematizadas, previamente plagiadas a Pierre Schaeffer y su escuela de músicos experimentales. ¿Podemos esperar más de una banda mediocre empeñada en generar discípulos formados bajo Amenábar –la tergiversación de sigilo de Amen Corner– exhortándose como maestros? Oh, nostalgia desbarrada, saliditas de antro y mediocridad, su tiempo en el esfero debería ser efímero, pero mi abrumadora autoridad jueza del puerco y la rata les concederá visibilidad para los anales de los zamuros del arte.