Autosuficiencia, ese patético intento de Parálisis Permanente por subirse a la ola del post-punk patrio que nos hizo cuestionar nuestro criterio musical allá por los 80. Si os preguntáis quiénes eran estos maestros del disfraz, me daréis la razón al afirmar que eran la versión española de unos Joy Division que les salía el talento por las orejas y al que Ian Curtis jamás se rebajaría a mencionar. Como esos jubilados que cantan karaoke en el bar de la esquina intentando recordar su frustrada juventud, Eduardo Benavente y compañía berreaban en complicidad con una leyenda negra de éxito efímero. Que Gonzalo García Pelayo pusiera sus manos en este lanzamiento nos hace reconsiderar, y recordar lánguidas decepciones sonoras nacidas de sus otras perlas, como las tristemente famosas Radio Futura o Kaka de Luxe. ¡Sellos independientes, ellos sabían cómo distraernos mientras jugaban a ser underground! La sobriedad se torna un chiste con un nombre de catálogo un oxímoron. Morralindiezos haciendo uso de la palabreja más cruel: autosuficiencia.