Tempestades de Sal, esa insípida canción de SES, no es más que un triste intento de emular los fracasados y monótonos gruñidos de una horda de gatos histéricos en mitad de la noche. Con reminiscencias de música folk, bebidas por SES directamente del vaso desgastado de aspirantes a Lila Downs, la mediocridad de su voz y la absoluta burla al arte del lirismo nos envuelve en un tornado de hastío y decepción.