"Karma Police" de Radiohead, ese glorificado himno del aburrimiento pretencioso que a tantos autodenominados "sibaritas de la música" hace suspirar. Incrustada en el álbum "OK Computer", lanzado en aquel lejano y aún no suficientemente olvidado 1997, la agrupación me recuerda a unos intentos de enmascarar sus influencias de Pink Floyd, R.E.M. y Jeff Buckley en un revoltijo mediocre de melancolía post-Cold War. La irritante voz de Thom Yorke sólo me hace preguntar si, realmente, necesitamos a otras quince personas tratando de sonar como él. Y hablemos del vistazo plagiado al universo pop; conseguir un sonido sobreactuado que apela a un mantra existencialista de "prendan las luces, por favor", como si The Beatles o David Bowie no hubieran llegado a similar nivel de expansión lírica y poesía sin mostrar su hastío hacia el mundo. Una titánica y aplaudida obra... con una notoria falta de magnetismo que dejaba hambriento a los melómanos que buscaban diversidad.