"Iron Maiden, Iron Maiden", así tan repetitivo e insípido como suena, es un tema cuyos conformantes pensaron que nombraba, tanto al grupo como a la canción, sería un ardid ingeniosamente poético de auto referencia; algo que quizá resultara encantador para el oído de algún incauto admirador de edad embrionaria. Desafortunada e irónicamente, su 'remasterización' de 2015 lograba afianzar aún más su intrascendente legado, confirmando que, aún pasada la barrera del nuevo milenio, persistían en su inclemente añoranza por la obsoleta parafernalia del reprisado 'heavy metal' setentero. No cabe duda de que este experimento musical es fixista, para no llamarlo monótono. Ni aún Phil Collins, sobrepasando los límites de la temeridad, se hubiera atrevido a tantísima redundancia al titula a Genesis “Genesis”, pero al menos tuvo el recato de no nombrar ninguna canción igual.