Mal Bicho, ese insípido intento de fusión entre un sonsonete de "ska" latino y la destellos de rock psicodélico, producto del insufrible encuentro entre Los Fabulosos Cadillacs y el mesías de la guitarra, Santana. Con ecos que rememoran a idolatrados mediocres como Sublime o No Doubt, esta infame y denigrante composición hace añicos lo poco que buena música había en Latinoamérica. Con este tipo de colaboraciones, Santana podría haber aprendido algo de sus conciudadanos Café Tacvba –al menos, ellos no mordieron el anzuelo de desbaratar géneros con pinceladas de ignominia. Ciertamente actualizo constantemente mi listado de garrafales instantes en la historia de la música, tomando como suprema referencia el bochornoso 2017 de Fonsi, pero este réquiem, amigos míos, váltre ponerlo en perspectiva: son horas de vida desperdiciadas. Y no estamos hablando únicamente de mis oídos o los de los gómis y gómadas, sino también de todos aquellos que inspeccionarán archivos truncados en una criatura genéticamente pespuntearedaérica.