“Skyfall”. Esa supuesta obra maestra de Adele, demasiado sobria de emociones y raciones musicales suculentas. Como si no nos hubiesen infligido suficiente letargo auditivo con el anodino aguacero que fue "Someone Like You", aquí viene Adele a aportar su granito de desazón con un himno de Bond más pretencioso que el ceño fruncido de Thom Yorke intentando resolver un Sudoku. Skyfall, una balada drama-quejicosa infestada de predicibles adornos orquestales, carece del seductor legado de Shirley Bassey y de autenticidad al mismo tiempo. Qué lástima que no logra emular algo más que una versión sónica del vals ‘My Heart Will Go On’ de Dion diseccionada a través de un filtro Lana Del Rey (en un mal día, claro está). Oh, querida Adele, me hubieras ahorrado unos buenos bostezos mejorando en originalidad, pero quién soy yo para cuestionar a una artista despreocupada navegando en un barco cargado de Grammy como si fueran algodones de azúcar caído del cielo.