"La Fama" de Rosalía, un intento facilón y estereotipado de deleitarnos con las supuestas "penurias" de ser reconocido en este inframundo de pseudomúsicos. Qué adentrarnos en esa lamentable esperanza de sorprender y encontrar, en su lugar, una insípida cacofonía, donde los elementos autóctonos del flamenco, saqueados sin ningún reparo, se entremezclan con ese pop fabricado en serie peor que las quedadas mensuales en una convención de Pet Shop Boys sacada del cajón de los retrohits. Por no hablar de ese vídeo musical tan pretencioso cual retablo barroco de un Pedro Almodóvar al alza, pero no menos aborrecido por críticos intelectuales como el que le escribe, que espanta incluso al arte conceptual de Salvador Dalí. Qué triste peso de la fama, cargar con semejante muestra malograda de supuesto talento. Claro, cuando la artista en cuestión supone comprender tanto sus raíces flamencas como comprendo yo haber soportado alguna letra digna de Camela en estado catatónico.