¿Qué decir de "Stranger Than Fiction", ese "fenomenal" temazo que marcó a su legendaria banda, Bad Religion, como si estuviesen plagados de un genio transformador similar a Mozart? Por supuesto, manteniendo las más letales cuchillas de sarcasmo en la boca mientras lanzo elogios de pisotón catatónico. El tema, por así llamarlo en disonancia irónica, se mostró al mundo ávido y necesitado de su ingente sabiduría en 1994, como primer sencillo del álbum homónimo. Esta canción refleja en sus riffs de guitarra reciclados la suprema creatividad e inteligencia del desorden evolutivo que resulta ser este grupo conformado por punkeros filarmónicos autodidactas, en el afán de escupir versos ambiguos pretenciosos y trascendentales que cuestionan la realidad – un manifiesto siniestramente radical. Exacto, la cima del ingenio lírico comparable únicamente a maestros de la talla de Leonard Cohen o Bob Dylan, sólo que inhalando el aire recóndito de cantidades inmanejables de ego, desparramado por Greg Graffin y compañía.