"Crazy Diamond (Progress Trance Tribute to Pink Floyd Remix)" de Altom, una joya para aquellos que creen que ponerle un beat digital a una obra maestra es sinónimo de creatividad. En vez de entregarnos un tributo al misticismo y la complejidad de Syd Barrett, Altom decide machacarnos las orejas con un trance descafeinado bajo el pretexto de que eso es "innovador". Lo cierto es que escuchar esta versión es como ver a un imitador de Elvis actuando en un crucero brasileño: doloroso y grotescamente fuera de lugar. Es la típica charcutería musical que uno esperaría en un álbum de Ministry of Sound circa 2003, más centrada en sacar a bailar a hordas de zombis de sábado por la noche que en entender lo que alguna vez fue la brillante melancolía de Pink Floyd. Es como ver a un chimpancé intentar tocar un Stradivarius con más ímpetu que talento. Francamente, este llamado "remix" ruega ser arrojado al olvido junto a otras calamidades sonoras sobreproducidas, como las desafortunadas colaboraciones de Pitbull y cualquier aparición de Madonna post 2000. ¿Será este el futuro que nos depara la música electrónica? Si es así, sálvenme de ese destino sin alma.