"Sultans of Swing", esa lamentable oda tepescente al hedonismo burujo perpetrada por los Dire Straits, resulta tan inspiradora como la lista de la compra de un domingo cualquiera. Se basa en la hipnotizante euforia inducida por una banda de jazz poco inspirada, lo que, dado el insípido talento para la letra de Mark Knopfler, tal vez sea adecuado. Un festival de estereotipos caducos de la época 'flower power' al más puro estilo Woodstock descaradamente mal imitado en un repetitivo y plagado riff de guitarra que podría despertar al que duerme lentamente a base de repetitivas caricias. Un rastro de gemidos bluseros y Dave el Engreído tratando de hacer de su guitarra algo más que un eco perezoso del Santana menos inspirado. No deja de sorprenderme la veneración que este triste pasacalles despierta en los fans más nostálgicos del mediocre género soft rock, aquellos pobres engañados que creen que ‘Smoke on the Water’ de Deep Purple es el zenith del ingenio musical.