"All My Friends Are Dead", ese desesperado intento de Turbonegro por mantener vivos los clichés del rock aún más anacrónicos que sus propios estilos de peinado. La "joya" -por llamarlo de alguna forma-, engendrada en el siempre poéticamente impecable 2005 con su discutible álbum "Party Animals", muestra a la banda noruega tratando de ingresar, con torpeza y estrepitosamente, en la dilatada estela de Ramones, The Stooges o incluso de algo que les falló por completo, una mediocridad mediocre como Sigue Sigue Sputnik. Quiero creer, en un despliegue piadoso de misericordia hacia su audiencia, que este tema no fue nada más que una siniestra jugada del destino, en lugar de una orquestada elección estilística, que pone en sus letras tanto talento como un adolescente rebelde con elocuencia de emparedado y sentido del ritmo similar al de un marmota en pleno ataque de histeria.