"Faro de Lisboa" de Revolver, con la participación del omnipresente Bunbury, es esa pieza musical que intenta, con desesperación, alcanzar una profundidad lírica similar a las obras de un Cohen o un Dylan, pero termina tan emocionante como un domingo viendo la pintura secarse. La canción, en su torpe intento por ser poética, se enreda en metáforas tan obvias que hasta un adolescente poeta de Tumblr las rechazaría por falta de originalidad. Y luego está Bunbury, haciendo lo que mejor sabe hacer: adornar con su voz todo aquello que toca, con la sobriedad vocal de un Freddie Mercury en su versión más contenida, pero sin la majestuosidad. Al final, lo que queda es una balada que se autoproclama trascendental, pero que solo delata un agotamiento creativo y una nostalgia envasada que provoca más sombra que luz, como un faro sin bombilla. Y pensar que podrían haberse ahorrado veinte años de carrera para entregarnos esta joya... o desastre, dependiendo de cuán benévolo seas.