¿A quién le importa, a estas alturas, la cansina "Cuatro Rosas" de Gabinete Caligari, esa mediocre tentativa de rock siniestro español? Con Jaime Urrutia ejerciendo la neurastenia en el minúsculo escenario que encontró para su talento, tratando de conquistar al personal con sus impostados tics cutrehispánicos. Un temita simplón e insípido que difícilmente habría abierto siquiera un medioplano de cualquier proyecto en las sobradas mentes de Lou Reed, quien, al borde del sarcasmo, llamó "herederos de la VU" a los madrileños. El panorama no daba (y sigue sin dar) mejores opciones que el oscuro eco de Leyre, cual Capuleto ineluctable; mientras, Padelaretosalinasábregadabadenseraudaesquivodeflowers crecíparaíslesen el yoloasco menesteroso. Archívese en la discografía fugaz y testimonial de aquella chamkimushwa de "La Movida", entre llamadas absurdas y toxicoscopios.