"Alacena de las Monjas" de Carlos Cano, esa patética muestra de nostalgia fingida que intenta extraer lágrimas de seres humanos con cierto gusto marginal por el flamenco-pop acomodado de los 80. Realmente lo único memorable de esta abominación sonora son las incansables habilidades del malogrado incauto que oprime 'reproducir'; espero que ningún mecenas de la música de calidad como David Bowie o Nick Drake vea su legado ensuciado por esta asociación vergonzosa. Pedro Almodóvar tiene mejor léxico musical en sus períodos de lucubraciones hollywoodienses. Gracias, Carlos Cano, por este aviso a navegantes de cuán bajo puede yacer la especie humana inmersa en sus falsas pretensiones de arte y buena música, pero permíteme jugar con los botones de mi tocadiscos antes de que mis oídos sangren víctimas de la indecencia.