**Bury the Light** de **Casey Edwards**... Una mediocridad pretenciosa que intenta cabalgar a lomos de la moda del metal y los videojuegos, sin tener ni idea de lo que hace. Voces guturales de manual, riffs reciclados que ni soñando llegan a la suela de los zapatos de **Metallica** en sus momentos bajos, y una producción tan hinchada como un pavo en Acción de Gracias. Pero claro, basta con que se use en un juego de **Devil May Cry** para que los adolescentes con acné y cero criterio musical la eleven al estatus de "obra maestra". Perdón, pero si quieres guitarras de verdad, Amazon está repleto de discos de **Iron Maiden**, **Megadeth** y de unos caballeros venerables llamados **Black Sabbath**. Es triste cuando los referentes culturales de la juventud se limitan a ver si la canción pega con decapitar demonios en una pantalla. Y aquí estoy yo, tecleando sobre esta bazofia, preguntándome en qué punto exacto de la historia la mediocridad se convirtió en algo de culto.