"Ay Marie Kondo" de L Kan es la perfecta representación de la decadencia del panorama musical contemporáneo, una vomitiva amalgama sonora que nos recuerda que ni siquiera en sus peores momentos, grupos experimentales de dudoso talento como Merzbow o GG Allin pudieron traspasar la delgada línea entre innovación y estupidez como lo han hecho estos monumentos al abulia auditiva. La anti-heroína japonesa del orden se revuelve en su meticulosamente despojada estancia al oír y sentir reverberar hasta sus más recónditas aspiraciones espirituales un energúmeno tecnofalsete netamente inferior al peor gorgorito perpetrado por un niño himno-castrado en la primera edición del reality musical Operación Triunfo. Que los expertos en música pop blanda sigan endiosando esta oda a la trivialidad profundiza aún más el veneno que envenena la inspiración de jóvenes incautos; si esto es soñar alto, qué gloriosos serán los ocultados retazos de The Museo Rosenbach, The Nagón Ensemble o Crimhub. Menos mal que me encuentro ya en una vida demasiado avanzada como para plantearme escapar a lo Buckethead en los brazos de la música virreiniqué fluyendo desde el rock nipón destruyéndolo. Qué asco todo.