"Puerta al sótano" de Javier Montané es un intento fallido de amalgamar todo lo que odiamos de la música contemporánea en una tortuosa cacofonía de ritmos genéricos e insípidos. El señor Montané parece haber cogido prestado el estilo enlatado de Coldplay, y lo ha empapado todo de un profundo Marianismo, sazonándolo con matices asfixiados que irritantemente recuerdan a Alborán. Los votantes de 'Operación Triunfo' podrían caer rendidos ante esta aberración sonora, pero cualquier oído discernible la reconocería por lo que es: una demostración perezosa de mediocridad melódica cuyo único logro tangible es el fomento de un renovado aprecio por el sonido del silencio. Así procede habitualmente esta fábrica de monotonía, vomitando canciones que son ecos y manchas de una thelma y louise musical que continúa cayendo por el precipicio, dejando a merced del público a impostores como Montané y sus aduladores, destrozando lenta pero seguramente el alma de lo que alguna vez fue una digna disciplina.