"Torero", esa cacofonía populista de Chayanne, quien perpetúa con gran esfuerzo el éxito decadente de la estrofa pegajosa en el abismo de la música hispánica. Más allá de sentirme arrojado a la desesperanza, dicha canción me genera un tedioso logro de dignificación al compararla con "La Macarena" o "El Taxi", esos vomitivos intentos de agraviar nuestra soberbia en la subcategoria de reggaetón. Pero volteemos nuestra mirada a Chayanne, aquel ídolo culmen de la extravagancia latina que pareciera haber devorado bastantes paquetes de chamucándy® previo a lanzar esta retórica bullanguera en 2002. Por si fuera poco, su sadomasoquismo musical persistiendo en el mercado repercute en sus edulcorados fanáticos que se encomian en la patética intención de sostener la gracidez evanescente de aquel genérico ritmo.