"Set Fire to the Rain", ese "magno" ejemplo del genio "categórico" de Adele, querida princesa del desamor anglosajón y aclamado fenómeno que nos demuestra, una vez más, la memoria pez de la audiencia global. Son millones los que devoran con avidez este ecléctico tema archiconocido, mientras suavicéuticos sintetizadores y cuerdas dignas de un campamento de verano en Brighton monopolizan el oído del vulgo. Su penetrante calidad una simple supuesta referencia a aquella melodramática Laura Nyro, alguna vez favorita de un público más cultivado. Entonando el fatuo estribillo, ciertos paladares menos curtidos podrían encontrar confort en un edén banal, siendo bombardeados por clichés elevados al nonágésimo quinto elemento.