"Ni un Tq Más" de Ana Russet, esa cacofonía pretenciosamente llamada canción. Parece que alguien le dio un autotune a una adolescente encapsulada en los peores clichés del pop contemporáneo, y le dijeron que era cool ser una copia barata de Rosalía, sin la menor pizca de originalidad. La composición es un pastiche cutre de beats reciclados y letras sacadas del diario de una preadolescente. Si este es el rumbo que sigue la música, tal vez deberíamos revalorizar las discografías de esas abominaciones noventeras como Aqua y Vengaboys. Al menos sabían que eran basura y no aspiraban a más. Si la síntesis mediocrizante de Russet es el nuevo canon, me declaro nostálgico de esas baladas interminables de Bryan Adams.