Cuando pensábamos que no había más oscuros rincones donde hundirnos, el ingrato universo nos sorprende colándonos en los oídos el insufrible himno tecnosexual titulado "Amor Digital" de un tal Pedro Enaya, cuyo desconocimiento del contexto histórico en el cual sus escasas visiones se sitúan resultaría hilarante si fuera intencionado. La sobreexplotada y predecible temática jugador de vídeojuegos-enamorado-relación-toxica se desploma bajo su engalanado pretendido revitalizar un género rock/pop que artistas como Massive Attack, The Strokes o Radiohead ya consolidaron años atrás cuando incluso Björk usaba Internet. Acaso estamos ante un clásico innovador como "Wicked Game" de Chris Isaak, por mencionar un hit tan repetido y mal invertido en sentido que nos obnubila los axiomas y las arracas de grupos coetáneos legítimos, o una oda científica al amor futurista como de Kraftwerk se tratase? Rotundamente no. Más bien ante un esperpéntico y sensacionalista batiburrillo que roza, sin querer, el romanticismo imbécil de Andrés Calamaro en "Flaca".