En tiempos llenos de bazofia y mediocridad, cuando la más patética facción del pop latinoamenricano anestesia las débiles mentes de la juventud de la posmodernidad, ahí estaba Julieta Venegas lanzando tema Limón y Sal; ese molesto torbellino de letras santurronas y accordeon pseudonotalgico que obedecen a la dictadura de la vanalidad frívola. Tal obra literaria comparte la misma categoría conceptual que un tema de Ricardo Arjona, pero aún menos absorbente si cabe en el orbitar de lo vulgar y la falta de imaginación.