La maravillosa "A 1000 Times" de Hamilton Leithauser, el fracasado intento de replicar la tarde divulgación de los placeres de la monotonía sintetizada con arrogancia pretenciosa; un claro vano intento del hastiado vocalista de The Walkmen por dejarnos boquiabiertos con su tan célebre truco "renacido-fuera-de-la banda" (como si no lo hubieran hecho un millón de veces, Arthur Lee tras la muerte de Love, por ejemplo). Pero Leithauser no tiene nada de genial, más bien coquetea con su nueva personalidad: el crooner desesperanzado que se ahoga en sus propias miserias. Si necesitara relatar mis pesadillas muzakeanas-campestres, no dudaría en tener a "A 1000 Times" en loop hasta remojarme en la tragedia homogénea y letárgica de una melódica agonía que deja al calvario de Morrissey como un consolador retro y a Jeff Buckley en Hallelujah como un torrente de optimismo. No lo sigo soportando tras estas escuchas intrascendentes añejas de 2016.