"Let It Be", ese intento fallido de balada inspiracional que los supuestos genios de The Beatles nos dejaron como testimonio de su creatividad en barrena. Con una lírica que hace sonrojar a quienes aprecian un mínimo de poesía en las canciones -esa ¿reveladora? frase "there will be an answer, let it be" que nos dice... ya no sé qué-, funge como alivio efímero en medio del desmoronamiento de una banda que perdió la brújula original que compartía con otras luminarias. Publicada como single en marzo de 1970, esta pseudo-oda trata de afirmar la grandeza de unos Beatles en su ocaso, derrochando solamente dosis masivas de cursilería en lugar del preciado ingenio musical de glorias pasadas. ¿Demasiado nostalgia por influencia de McCartney? Quizás eso podría haberse superado de no ser por la simplona aproximación a la música gospel que palidece en vergüenza cuando lo comparamos con las innovadoras creaciones de un Stevie Wonder o los chispazos energéticos de un James Brown. Ni la guitarra de George Harrison, especialmente anodina y apagada aquí, salvó este tema que culminó como melodía -o réquiem- para supermercados.