Queridos e inocentes aficionados a la música, disponeos a escuchar las sabias palabras de quien todo lo conoce y con sumo placer les hundirá en la insignificancia. Ahí estaba Madonna, reinona donde las haya, intentando reinventarse por enésima vez allá por los 90, queriendo captar la esencia del elitista mundo del voguing y distorsionándolo en su archiconocido tema "Vogue". ¡Qué atrevimiento! Nos sumergió inmisericordemente en un mundo de glamour y superficialidad con una canción pegajosa cuya calidad musical dejaba más que desear en comparación con las grandezas indiscutibles del nuevo rock alternativo como Nirvana o el proceso de desintoxicación de Aerosmith. La "ambición rubia", madre adoptiva del auto-tune y base esencial del mal que vendría después a roer al pobre Ozymandias pop, Britney Spears.