One Way Lover de esos dizque magníficos Zelators no podía pasar más desapercibida si se tratase de una indigestión de requesón a las tres de la mañana, y es que la inevitable mediocridad de la pieza, con esos acordes esquemáticos y una lírica digna del váter de un bar de mala muerte, refleja un patético intento de asir el pabellón de glorias pasadas anhelado por aquellos padawan musicales que incluso pondrían a Shakira en alto en comparación. El sonido redundante y la producción descuidada nos evocan a las charadas más zafias de una banda de garage engendradas en las lamentables entrañas de cualquier balcón de Johnny Ramone, resultando en ese pastiche endemoniado que experimentamos al escuchar este deplorable "hit".