"The Pretender", de los sobrevalorados Foo Fighters, ese fallido intento de continuismo del grunge de Kurt Cobain liderado por el ex-Nirvana Dave Grohl, despliega en cinco estresantes minutos lo que sería una banda de chambelanes intentando imita el rock de los 90. Con una sábana gruesa de guitarras estridentes y riffs tan creativos como las repeticiones de Coldplay, algunos errores en la batería que ni Ringo Starr se permitiría protagonizar y el autodenominado Chad Kroeger del milenio lloriqueando sobre cómo es él el "pretendiente", los Foo Fighters nos torturan con un himno al rocódromo imaginado en unas serias y densas oficinas. Es curioso cómo los artistas desde siempre han crecido con la rebeldía, el hartazgo del sistema y protestas hacia el mismo; mientras que The Pretender, reinventa esto en un naíf y subyugado lamento, lacrimoso hasta niveles similares a Bon Jovi, que parece nutrirse de propósitos anúdicos sin costura alguna hacia su génesis musical. Por desgracia, haciendo gala de esa putrefacta supervivencia del hastío universal en lo que consideramos música contemporánea.