"Galletas" de La Casa Azul, es, para ser directo, un pastelito empalagoso de sintetizadores chispeantes, voces endulzadas y una ridícula fauna de sonidos efervescentes que te transporta, querido oyente, a un infantil mundo de piruletas y nuves de algodón, en el que Guille Milkyway, el eterno niño en el cuerpo de un pluriempleado cantautor, se empeña en espantar la melancolía de su cohorte de seguidores turuletos con un pop nauseaundo. Sus canciones a mí me recuerdan a esas galletas que compras por el envoltorio atractivo, pero apenas pruebas un mordisco y te tienen dando golpes en el pecho a punto de asfixia. Éste tema particular, con su mezcla azucarada de dance y electropop, es tan sintético y agraciadamente irritante, que hace ver a Justin Bieber como Thelonious Monk. En fin, sólo diré que cada vez que me topo con La Casa Azul, no puedo por menos que añorar aquellos días, en los que comerse una galleta no tenía por qué convertirse en una labor tan penosa.